La 4ª generación de cazas
La "cuarta generación" tomó todas las ideas aprendidas desde Vietnam para establecer una nueva estirpe de aviones supersónicos, de alta maniobrabilidad y que tuviesen espacio para implementar las mejoras de la aviónica: la entrada de la electrónica avanzada en las cabinas y sistemas de los jets de combate.
La década de los 70 y de los 80 vio nacer aviones listos para los nuevos retos: ligeros, con alas de geometría variable (los Panavia Tornado, los cuasijubilados F-14 Tomcat, el SU-24) y capaces de adaptarse fácilmente al combate aéreo o terrestre, a corta o larga distancia. A todo tipo de armas, para todo tipo de misiones.
La entrada de los ordenadores en los años 80 hizo el resto: un buen avión de combate de los 70 podía mejorar su rendimiento y prestaciones con la incorporación de la informática tanto a sus sistemas de vuelo como de combate. Las cabinas se llenaron de monitores. Un mismo fuselaje -construido cada vez con mejores materiales- podía albergar un motor de los años 70 o un sustituto apto para los requisitos de finales del siglo XX.
Lo más importante es que fuesen rápidos (la filosofía soviética, contra la que nadie podía competir: el MIG-25 ya volaba a casi tres veces la velocidad del sonido en los años 70), para atacar lo antes posible en un cielo barrido por todo tipo de radares; y ágiles, para evadir la respuesta enemiga.
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