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El día en el que un airsofter solo disparo una cámara

Para un fotógrafo hay veces que tomar unas fotografías pasa de ser un acto voluntario a casi convertirse en una obligación. Los que llevamos la cámara al cuello hasta cuando no la llevamos, somos adictos a la droga de la luz y es ver un entorno, un sujeto o un objeto que nos llena y sentir la necesidad irrefrenable de fotografiar.

Pero hay veces que uno se encuentra con que la tentación llega por tres vías y el subidón es incontrolable. Son ocasiones donde nada ni nadie se interpone entre tú y la fotografía que está en tu cabeza, así que simplemente vas… y la haces.

Ocurrió hace unas semanas, el fondo era el recientemente inaugurado campo de Valleingrado, en Madrid, los sujetos dos encantadoras modelos: Vanessa y Sara, los objetos, por supuesto, marcadoras de airsoft prácticamente recién salidas de la caja; ¿Quién podría resistirse?

Valleingrado 

Visor nocturno 

El techo de un avión