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Disparando con los francotiradores españoles

Las palabras de Carlos Romero, francotirador de 27 años, son tan implacables como las balas de su fusil Accuracy: "¿Qué sentí al disparar por primera vez a alguien? No lo sé. Simplemente es parte del adiestramiento. Tú disparas y es un blanco simplemente. No sientes nada".

Hoy el soldado viste el uniforme de camuflaje de los tiradores de élite. Una gruesa capa de pintura caqui cubre su rostro. Acomoda su corpachón en una silla austera de un cortijo en la sierra costera de Cádiz. Habla de los cinco meses que pasó en Afganistán como francotirador de la Infantería de Marina. Fue entonces cuando le tocó disparar.

-Al volver a la base, ¿tampoco sentía nada?

-Cada misión, si sale bien... Pues te enorgulleces de hacerla por tus compañeros. Y simplemente a la siguiente.

-O sea, que no pensó que había disparado a alguien, sino que había protegido a su batallón.

-Si tienes que hacer un disparo, tú no piensas en la persona. Tú piensas en salvar a tus compañeros. Esa persona puede agredir a compañeros tuyos horas más tarde -dice Romero, que hoy se ejercita en el campo de maniobras de la Sierra del Retín, a las afueras de Barbate.

No hay remordimiento en las palabras del francotirador, pero tampoco arrogancia. El soldado Romero habla con plena naturalidad de su oficio. Igual que los panaderos amasan la harina, él abate al enemigo. Eso sí, ejecuta su trabajo con precisión micrométrica, como corresponde a un tirador de élite: "Parte del adiestramiento".

Lobos solitarios

El soldado Romero es uno de los 60 francotiradores de la Armada, un gremio tan legendario como incomprendido. Muchos retratan a los snipers como tipos fríos, despiadados, algo excéntricos: en definitiva, lobos solitarios que matan desde la distancia y purgan en soledad la memoria de sus víctimas.

A este retrato contribuyen películas como El Francotirador de Clint Eastwood, que se estrena en España el 20 de febrero. La película se basa en las memorias de Chris Kyle, el tirador de precisión más letal de la historia de EEUU, con más de 160 muertos en su currículo. El éxito en taquilla de la cinta sólo se ha visto igualado por el alud de críticas de la izquierda americana, que acusa a Eastwood de enaltecer el asesinato en zonas de guerra.

Aquí, en España, los francotiradores son distintos. Ninguno se vanagloria de sus víctimas como Chris Kyle, que servía en los legendarios Navy SEAL. Más bien al contrario: si acaso, bisbisean sus disparos entre los amigos del cuartel. "Hablar de tus muertos es como presumir de las mujeres que te has tirado", masculla uno de los compañeros de unidad del soldado Romero.

Los snipers no callan por vergüenza. Al contrario: son los primeros en reivindicar su oficio. Ellos no bombardean desde el aire sin preocuparse por los daños colaterales, como los operadores de drones, sino que ven a sus objetivos por el visor de su fusil. A veces les observan durante días, rodeados por sus hijos, y llegan a desarrollar una extraña empatía por sus víctimas. Luego llega la orden de apretar el gatillo. Y tienen que cumplirla.

-Estás, como mucho, a 800 metros del objetivo -relata Carlos- Es un arma precisa, sin los efectos colaterales de tirar una bomba en medio de un pueblo. Sólo eliminas a la persona a la que hay que eliminar. Y sabes que, en cuanto hagas el primer disparo, el enemigo se te va a echar encima para liquidarte.

Crónica acompaña a los francotiradores en esta fría jornada de maniobras en la sierra gaditana. Hoy les toca ejercitarse a dos binomios -un tirador y un observador que a veces intercambian sus roles- del Tercio de Armada. Al mando se encuentra el sargento primero Chamizo, un tipo duro que coordina el trabajo de los cuatro hombres.

El grupo pasará toda la semana haciendo maniobras de todo tipo: camuflaje, topografía, reconocimiento de objetivos, disparo a larga distancia... La hiperactividad de los soldados contrasta con la pachorra de las vacas retintas que salpican el paisaje serrano. Más de una vez, los animales han sido víctimas colaterales de los disparos de los snipers que allí se entrenan.

Hoy, los tiradores tienen un invitado especial: el sargento primero Marcos Juncal. A sus 35 años, este santiagués es lo más parecido a Chris Kyle, el protagonista de la película. Durante años, Juncal sirvió en la unidad de operaciones especiales de la Infantería de Marina, similar a los SEAL americanos. Hoy, es uno de los tres únicos francotiradores españoles que ha completado el cursillo específico de la OTAN, que le sirvió para combatir a los piratas somalíes en la operación Atalanta. "Más otras misiones especiales muy interesantes que no te puedo contar", asegura Juncal, que abandonó esta unidad especial en diciembre para cuidar a sus hijas, igual que Kyle en el filme.

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