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Blonde Village SMAS RockClub

Agoniza la tarde y un comando de los Sick Monkeys ha llegado al auxilio del confiado pueblo de Villarubia de los ojos en Ciudad Real.

Las pasadas tormentas, las plagas de guacamayos mochos que huyen de Bélgica y las constantes ventoleras de fuerza 4 (aires usualmente perturbadores para mentes ya predispuestas a la locura) hacen que el despliegue de los miembros de esta mítica compañía mercenaria se haya demorado en el tiempo mucho más de lo necesario.

Pero el mundo a veces no da a basto y se encoge de miedo más de lo soportable, con lo que finalmente es necesario renunciar a la ética y recurrir a desemparedar a los cadáveres ocultos...a veces no tan cadaveres, aunque sí acaben por desprender cierto tufillo...a maldad. Tiempo ha sido ya de romper el cristal de emergencia y reclamar a los Monetes para que barran y escondan lo que proceda bajo la alfombra.

Pasar del aroma a desinfectante de sus residencias al exceso de aire puro, y sobre todo la libertad de más, provoca que los Monos presentes tengan aún más ganas de sangre que los propios infectados a neutralizar y pese a que traten de pasar desapercibidos según comienza a ocultarse el sol, el extraño aura desprendida por estas fieras corrupias que osan ponen tiernas caritas haga girar la cara con aprensión a los amables lugareños.

Ya al poco de llegar, el primer contacto con los aún más feos que nosotros zombis se produce en un pabellón de la zona, donde las masas disfrutan de un concierto de rock.

Mientras dentro ignoran que los caminantes ya vagan ansiosos de carne poco hecha, SMAS Team divaga: si no se confirma el ingreso de nuestra soldada, ya sea en dólares, euros o bitcoins nosotros no nos movemos…esto es simple: tú pagas, tú vives. Entre pensamientos cortos, bizqueo de ojos y tiempos de stand by neuronal más largos, los Monkeysapalizan zombis al compás del batería del grupo.

Por fin desde el puesto de mando, una llamada nos confirma el pago de nuestros futuros servicios y comienza nuestra andadura por las calles: la limpia, la caza, la locura patrocinada… Nuestra psicótica compañera katrina nos guía en estas calles que esconden falsos quijotes hacia el meollo de esta infestación, donde todos corren como pollos sin cabeza; difícil distinguir vivos de muertos, que mala es la duda, que rápidas las balas.


Empiezan a caer en nuestras manos Villarubicos y rúbicas presos de la histeria o la zozobra, así que toca pues establecer los parámetros de infección. Las linternas especiales que nos indican quienes llevan el virus ya en la sangre, junto con nuestras preguntas disparatadas cazadoras de falta de raciocinio nos ayudan a ir separando infectados de sanos, cual maquiavélicos y enmascarados sexadores de pollos…las dudas sembradas en los grupos hacen que los sanos huyan de los dudosos y nadie se fie de nadie.

Caen más balas y más zombies, abatidos por nuestras amorosas 1911, viejos fierros que nunca fallan, y por nuestros bates (de los cuales ya hemos partido 2 por la mitad eslomando amigos de la carne ajena)…un poco de elemento explosivo tampoco está de más y aparte de contribuir a crear un poco más de pringá de zombi, hace gran efecto llamada a futuros blancos, tal vez más pálidos o morados que blancos.

Ya a estas horas muchos civiles huyen más de nosotros que de los zombies ¿Por qué, amigos? estamos para ayudar; mas siempre algún imprudente se atreve a incentivar nuestra insania con sus risas nerviosas…los bates hacen su trabajo y el festival del humor se acaba. Limpiamos más zonas volviéndolas seguras y a los zombis malosos damos sepultura. No sé por qué me ha salido una rima, te abro la cabeza contra la tarima…

La noche también confunde a sus otros hijos, esos que gustan tanto de extender índice y meñique y melenear…¿que sois los miembros de la banda de rock?…pues nada, los SMAS como buenos fans os embridan para que los fans os tengan más a mano. Fans a veces deformes y poco educados, sí; pero siempre os queda correr y unas “pulseritas del amor” lo harán más fácil, aplicadas delicadamente en los tobillos, por parejas. 


El caos y la masacre crecen, junto con la intensidad de nuestros interrogatorios. Aquí llegan las habituales cantinelas: no es mi novio, átale a él que es del real Madrid/Barsa, a mí no que soy joven para morir (yayo dixit) o a mí no que voy disfrazado de Pokemon para que no me reconozcan...Son estas cosas las que alegran a los SMAS, ver a las personas corazón en mano, exaltándose el amor, el compañerismo y demás valores propios del humano de calle.

Malvados y tarados, el último redoble a plomo y madera no deja de sonar.